EL PASO DE LA ESCULTURA A LA INSTALACIÓN
LA DESMATERIALIZACIÓN DEL OBJETO FÍSICO
Basándome en el texto de “Prácticas encarnadas y espacio” de Judit Vidiella Pagès, se presenta este artículo para entender el proceso que ha sufrido la escultura hasta nuestros días, que tiene su origen en el concepto de la desmaterialización del objeto físico al bajar de su pedestal.
En resumen aunque después será expuesto con detalle, diría que a raíz de un estudio del lugar donde se presenta la escultura y de cómo se presenta empieza a ganar terreno la “idea” sobre la materia, es decir la experiencia y la percepción de ésta sobre la propia construcción, surge así el arte conceptual o minimal que promueve posteriormente la Instalación como arte, todo ello provoca que la obra comience a generar espacio, y con ello se potencien los conceptos de espacio, tiempo y espectador, éste como cuerpo consciente que se relaciona con todo lo que le rodea, es por ello que se activa por ejemplo la ciudad como elemento articulador y se convierte en algo vivo y dinámico manifestador de expresiones culturales y posibilitador de transformación, pero no solo la ciudad como espacio sino otras corrientes empiezan a utilizar el espacio del cuerpo, la acción, la naturaleza, la ciencia, la tecnología..
Veamos con detalle cómo ocurre esta transformación. En los años 70 empieza a surgir una serie de prácticas performáticas como el Body Art, Arte de acción, Live art, Fluxus, Happenings,..en estás prácticas desaparece el objeto y se potencia la relación vivencial, rompiendo los discursos hegemónicos del arte. La desmaterialización de la obra y el concepto romántico de autor y de la aura de la obra desaparecen. A partir del artículo La desmaterialización del arte” de Lucy R. Lippard y John Chandler comienza LA IDEA a primar sobre el objeto físico, desde aquí nacerán dos caminos de práctica; el arte como idea y el arte como acción, del primero surgirá el arte conceptual o el minimalismo y del segundo las prácticas del happening, fluxus, performance o body art, todas en contra de la hegemonía visual del arte y sobre todo del arte formalista cuyo valor era la cualidad estética.
Con el arte minimal o conceptual el interés se desplaza no a la propia construcción de la obra sino que se desplaza a la experiencia o percepción de ésta, es decir, las interacciones del objeto con el espacio circundante y con el público. Esto hace que la escultura acerque su interés hacia objetos de carácter ordinario y se vayan dejando de usar los tradicionales materiales empleados; bronce, mármol, piedra o barro… La obra de arte se convierte en la experiencia misma, la idea, el concepto que subyace y requiere del espectador para ser completada, es lo importante ahora.
Nacerán entonces corrientes diferentes dependiendo de dónde pongan su interés, por ejemplo la idea desarrollará el arte conceptual, la implicación social y política la performance, el cuerpo se desarrollará con el body art o la naturaleza será investigada por el Land Art o arte povera.
Este giro material sin embargo representa también un giro lingüístico porque se atiende especialmente a la construcción de significados, a la circulación de discursos, es decir se atiende a la construcción narrativa de la subjetividad, de aquí que empiece a cuestionarse el aparente carácter estable de los significados y la neutralidad de las representaciones, empezando a descodificarse muchas de las ideologías culturales:
-Giro visual: se comienzan a estudiar las imágenes que circulan y el poder de mediación y por otro lado empiezan a focalizarse obras o prácticas artísticas que surgían fuera de los contextos sociopolíticos dominantes.
-Giro teatral: Confían en la práctica teatral y su corporización para comprender las formas actuales de conformación identitaria.
En este último sentido los estudios de performance analizan los sistemas construidos sociales alrededor de las creencias ideológicas y que organizan nuestra experiencias, por eso se emplean no solo como catalizador de transformación personal y social , es decir como herramienta para ver como funcionan las prácticas sociales para la creación de la subjetividad, sino también actúan como reivindicativo de colectivos minoritarios según género, raza, clase social,…
El arte minimal abrirá el campo a las instalaciones, obras pensadas en función del espacio y por tanto experiencia única e irrepetible, entra en juego el concepto de Espacio expandido o “Campo expandido” como evolución del objeto escultórico y teorizado por Rosalind Krauss. El arte minimalista lo promovió y fue el primero en experimentarlo al deshacerse del pedestal y aproximarse al espacio del espectador, podría decirse que es una mezcla entre performance y arquitectura, podemos decir entonces que el minimalismo empieza a entender la obra como generador de espacio, así la obra genera situaciones que envuelven al espectador en la experiencia del espacio y del tiempo. Se activa al espectador en la obra, como cuerpo consciente de sí mismo que se ve viendo la obra, y no depende meramente de una experiencia estética, sino por el contrario se produce una descorporización.
Otra corriente que nace a partir de la conciencia corporal del espectador y que sustituye la experiencia exclusivamente visual por una experiencia fenomenológica que supera la tradicional dualidad metafísica entre objeto y sujeto y da complejidad al cuerpo en un espacio y tiempo concreto es el Land art y Art povera como instalación inmersiva, al desdibujarse la frontera entre el que percibe y lo que se percibe, no solo el objeto sino también el cuerpo es la obra. Este desplazamiento de la obra al cuerpo del performancer inspirará las prácticas artísticas como el happening, fluxus, body art o arte de performance.
Por ejemplo Fluxus nace como una corriente que propicia una participación activa del público desde una concepción del arte entendido como “antiarte” y en filiación con impulsos iconoclastas como el dadaismo. Los Happenings iniciados por Allan Kaprow como acciones-collage propone el cuestionamiento del autor sobre la obra y reivindica lo efímero, la evolución de los actos cotidianos y la participación del azar y de los espectadores, creando entornos que invitan a ser recorridos, alterados, habitados y vividos con acento en aspectos visuales, tácticos, matéricos, escultóricos y de ensamblaje.
En esta desmaterialización del arte y en esta aspiración de unir arte y vida, el cuerpo empieza a actuar como valor de intercambio comunicativo e ideológico así nace el Body art, como vehículo de códigos sociocultuurales invitando a la reflexión y a la participación. Es un lenguaje derivado del arte conceptual y precursor del arte de la performance. El cuerpo como material o soporte de expresiones, sentimientos, preocupaciones o resistencias y poco a poco se pasa a revindicar temáticas muy diversas, no solo sociales o políticas sino que se pasa a investigar la manipulación genética, la sexualidad, la enfermedad, el placer, la muerte, lo poshumano… El cuerpo ahora se ve como artificial, simulado, virtual y presa de la industria de las imágenes, a partir de aquí nacen los ciborg.
En este momento la Performance que se había convertido en el medio con el que las ideas del arte conceptual se exponían con mayor claridad entraba en contradicción entre presencia y ausencia a la vez, quedando su constancia en la repetición y con ello aparece la paradoja de que el presente escapa a la repetición, pues había nacido cono un acto de resistencia al tradicional papel del arte, anclado en la fetichización de la mercancia, exponiéndose con el término “Visibilidad activa” manifestando las formas de control que se activan en nuestro cuerpo y la reflexión sobre el simulacro del yo, la identidad fragmentada, el género, etc.. Con todo ello nace el subgénero llamado vídeo-performance o foto-performance donde se unen espacio-tiempo, imagen-sonido, objeto-escultura, simulación, participación, poesía, texto, acción,.. Y por tanto lejos de ser no-acción se posibilita la comprensión de la imagen como documento de la acción.
Otro espacio que se activará serán las ciudades como organismo vivo que acciona experiencias o prácticas estéticas efímeras, bien pueden ser una crítica al urbanismo o abrir un debate sobre la escultura en el espacio público o como experiencia psico-geográfica, es decir el espacio público visto como elemento articulador de la acción y el cuerpo como creación, que posibilite un salir de rutinas diarias, romper ambientes para jugar e investigar.. En esta línea si la ciudad se activa como espacio para conseguir un cambio social con propuestas comunitarias abordando temas sociales o preocupaciones nace lo que se llama Arte activista. En la década de los 80 surgen la “guerrillas de comunicación” como crítica a los sistemas de representación hegemónicos de los medios de comunicación ortodoxos.